LAS
CANAS
Un
bello poema de Juan José Sagula, “La historia de mis canas”, del cual
transcribo algunos fragmentos: “ . . .sin
contar con esa ayuda,/ “empujamos el
carruaje”,/ con todo el aprendizaje,/ que a lo largo del camino,/ de nuestro propio destino,/ recogimos con empeño,/ cumpliendo con el diseño,/ que “EL de arriba” fue
trazando,/ y que a todos nos fue
dando,/ la oportunidad de un sueño.” “ . . . Además de conformarnos,/ nos debemos persuadir,/ que en las huellas del vivir,/ se padece de algún modo/ no obstante, a pesar de todo,/ nuestra
vida es estupenda,/ y es útil que se
comprende,/ hablando de los achaques,/ que también todos los baches/ forman parte de la senda.”/ “Las dolencias tal vez son, / las primaveras pasadas,/ si bien no están dominadas,/ no afectan al corazón,/ que aún con medicación,/ sigue creyendo en los retos,/ en los amigos y afectos,/ con total fidelidad,/ y en la bella realidad de nuestros
hijos y nietos.”/ “Todo lo que he
relatado/ con un sincero sentir,/ me ha llevado a describir,/ las distintas contingencias/ de algunas de mis vivencias,/ las de ahora y las lejanas,/ puntualizando con ganas;/ son la experiencia valiosa,/ que al final no es otra cosa,/ que ”la historia de mis canas”; fue la fuente de inspiración para escribir este poema.
LAS
CANAS
No tengo unas cuantas canas,
sino el cabello repleto
de una blancura cual nieve;
ello es para mí sinfonía
significa que he vivido
y que esa cabellera nívea
le da más significado
a mi tiempo transcurrido.
Cuando me miro al espejo
exacta cuenta me doy
que mi cabeza denota
ese espacio transitado
me retorna a los recuerdos
de aquella insubordinada vida,
sediciosa, amotinada
que viví con mucho arrojo
cuando solo era un patojo.
Mas esos miles de canas
me inyectan autonomía
rememorando esos atajos
que pintaron mis desgarres
y ahondaron mi osadía.
Mi corazón no tiene canas
es ropaje de alborada
mi espíritu jamás ni nunca
dejará aquel fuerte coraje
que desde niño es mi sombra
y jamás me deshabita.
En el devenir constante
de mi vida caminante
siempre encuentro en la vereda
a mis amigos sinceros,
esos fraternales cuates
de coloquios mesurados
o algunos muy sublevados.
Tengo una familia grande
una esposa generosa,
una hija y cuatro hijos
a quienes por algunos dislates
o errores muy juveniles
también ya la vida
ha propinado reveses;
a mi madre aún viva
mi hermano y mis sobrinos
y siguiendo con la estirpe
dos nietas y un peque nieto,
para mí son todos ellos
exacto núcleo de afecto
y de un amor siempre puro
sin desarraigos de apego.
Si tuve una juventud
de disparates repleta
donde hubo sinsabores
muchos miedos y temores,
mas el aliento y apremio
de alcanzar metas correctas
me mantuvo en ello sereno;
mi flor brotó . . . también sangró
pero pronto un nuevo néctar
la euforia le inyectó;
más en lo que siempre fui exaltado
y tremendamente atrevido
fue en ayudar a mi gente
no importándome con ello
que estuviera ante la muerte.
Siempre desde que era un niño
por el ejemplo consciente
que vi constante en mi padre,
me hizo tomar esos rumbos
en los que cayeron muchos
de mis nobles camaradas;
yo nunca tuve repliegues
ni desdoblamiento alguno
me faltaron las agallas
simplemente me dio miedo
y nunca tomé el fusil.
Más ello no significa
que abandoné la ideología
que atropelle mi doctrina
ni mi pensamiento claro,
pues siempre creo hasta ahora
que este país está hundido
con los cimientos destruidos,
una sociedad fallida
un Estado ya fallido,
y Guatemala es una replica
de dictadura oprobiosa
pues como República que fue
está desaparecida, colapsada
y de muerte herida
por tantos parias nefastos
infames politicastros
los corruptos vende-patrias,
que por oscuros caminos
desde hace años con torpeza
en ellos nos han situado.
Ahora ya en este otoño
cuando las canas revelan
que estoy caminando lento
pero no en mi pensamiento
ni en mi creación tan fresca
de siempre tomar un block,
cuando la inspiración penetra
y escribir mis certidumbres
o alguna que otra falacia
o sucesos inexactos;
no necesito un relevo
me basta ser peregrino
con el corazón henchido
de alborozo y no de pena
seguir en ese camino
de ser un nómada errante.
Desbordé mis sacos de palabras
mucha inspiración tuvo mi alma,
canté siempre a la vida y esperanza
sufrí como un cristiano hombre
al ver esa tragedia infamante
desnutrida de los indígenas niños,
gente muy pobre que no conoce las letras
mientras que otros . . . los miserables,
la burquesía indigna y
denigrante
se hartaban en la riqueza
en los vicios y opulencia;
fui sedicioso, armé motines
y regué mis cantos
exalté al campesino
y al infortunio de su vida;
mis coplas, trovas, mis prosas
siempre fueron puntuales
en ser lanzadas en batallas justas
sin amilanarme ni acobardarme
con mi poesía y retórica rebelde.
Puedo decir que siento satisfacción
con el regalo de Dios que es esta vida
porque haber trascendido
en la palabra y saber utilizar
el verbo amigo
jamás me rajó ni doblego ante nadie;
por ello viví y sigo viviendo
correctamente mi existencia.
Por ello hoy puedo decir
como Amado Nervo:
“vida,
nada me debes,
vida,
estamos en Paz”.
y hacer mío aquel refrán,
“los recuerdos,
son los
cabellos blancos
del
corazón”.
Flaminio
Bonilla Valdizón.
Guatemala,
1 de marzo de 2015.