Sabed que no morimos
Estimado Flaminio:
Gracias por tus
comentarios tan ilustrativos de tu persona sobre el pensamiento,
espíritu, sentir, decir y escribir de mi recordado padre, Pepe
Hernández Cobos(+), que con su obra aún palpita en muchos corazones
sensibles, como es tu caso y el de muchos que lo conocieron
personalmente o por medio de su prosa cargada de humanismo, sencillez,
humildad y buen humor, así como a través de su poesía profunda,
cargada de espiritualidad, amor y respeto por lo que nos depara en el
otro mundo, en lo eterno, por ejemplo cuando escribió en El Resucitado:
Sabed que no morimos, ni muriéndonos, nunca.
Yo lo sé, yo os lo digo
con la verdad brillando como anillo en mi mano.
Cuando ascendí de aquel reposo obscuro que movió la palabra,
cuando la luz licuaba en mi la nieve negra
y el buen viento barría las algas del silencio de Lázaro
--náufrago que cubrieran las alas de la tierra--
supe que aún vivía en las almas ajenas
y en las cosas más mías mi fantasma velaba...
No nos vamos del todo,
no se van con nosotros las cosas que irradiamos,
quedan y viven por nosotros
el alto pensamiento, el bello sueño, la orfebrada conducta,
todo eso abstracto que se evade de nosotros
y hacen suyo los hombres que a nuestro lado pasan....".
¡¡El privilegio mío es contar con amigos de tu categoría!!
Saludos,
Manuel Hernández Valenzuela
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