POEMARIO DE LA PROMO66

Thursday, June 04, 2015

YO NACÍ A MITAD DEL SIGLO XX


Amigos del foro liceísta y otros amigos de vida, de circunstancias hermosas, aunque en ocasiones muy peligrosas: la inmersión en la crisis, me ha mantenido alejado de mi amiga y compañera más fiel, que es  la literatura y del círculo de escritores;  esas mis grafías, mi poca o mucha creatividad, esos grafemas que llevo adheridos fuertemente a la piel, sembrados y abonados en el corazón. Este es un viejo poema que escribí el 13 de noviembre de 2002, justo a los 42 años del movimiento del 13 de noviembre de 1960, encabezado entre otros por el teniente Luis Turcios Lima "Herbert", un ranger de Fort Benning,  el subteniente especialista en inteligencia el Marco Antonio "el Chino" Yon Sosa, teniente Luis Trejo Esquivel, mi tío,  teniente-coronel Ismael Salazar Bonilla papa del querido primo Chabelo, quien todos los días desde las 5 de la mañana, abre la discusión en este foro  liceísta;  mi otro tío Mayor del ejército, Plinio Grazioso Isaacs y muchos militares dignos e inconformes con la corrupción del régimen idigorista, que se quedó en pañales ante el saqueo que Pérez Molina, la Baldetti Elias y sus huestes de corruptela, ratería y y ladronismo, quienes le cayeron como buitres al erario. Idigoras Fuentes era niño de teta. Se los dejo para su dilucidación. Es otra de mis fumadas ya estando mayorcito, cuando lo escribí tenía 52 años. Abrazos de Flaminetti Bonatelli e Valdizionne.

                             YO NACÍ A MITAD DEL SIGLO XX

(este es otro repaso de mi vida y su turbulencia, mis pesares, mis congojas, mis desencantos, mis querencias, mis desamores, mis libros, mis canciones y un largo etcétera. Es una buena catarsis.)


Mi madre me regaló la vida
y me estampó fuertemente su luz
justo a mitad del siglo pasado
al que con nostalgia despedí;
un espacio de tiempo
en ocasiones habitado
en otras muy solitario
con amor o con dolor,
de placeres y sinsabores
que me dejó pesar y exaltación
que me invadió con logros
y golpeó con frustraciones.

Tuvimos entretelas de ilusión
estancias de sueños y espejismos
mas también la antinomia
de la frustración y el engaño.

Bailé con los Rolling Stones
me enamoré con Nino Bravo
con la Durcal, Raphael  y Juan Erasmo
contorsioné  Lets twist again con Chubby  Checker
María de los Guardias”, me encendió en revolución
Los Chijuas y sus Casas de Cartón
fueron  mi referente contestatario.

Tuve infinidad de libros de cabecera
con Frantz Fanón conocí a  Los Condenados de la Tierra”,
y que las revoluciones tienen una sociología;
Marcuse y El Final de la Utopía fueron mi utopía,
con Marcuse me sentí  El Hombre Unidimensional”.

Con Russell  y García Morente me adentré  en la filosofía,
Zimmerman me confirmó que Guatemala tiene Voces desde el Silencio;
Con el Bolo comprendí que Los Compañeros fueron mis compas;
Galeano me enseño que América Latina tiene las venas abiertas;
Frederick Franck me ilustro que la Iglesia Católica
desde siglos de siglos está en explosión;
el universal Werner Ovalle me marcó con su Padre Nuestro Maíz
y por él intenté divorciarme de los alcoholes  celestes;
Otto René me ordenó  Vámonos Patria a Caminar
el ChocoMatute me reafirmó que Era Roja la Sangre de Rogelia
Asturias con sus Hombres de Maíz despertó mi pensamiento critico
y no aspire ser un presidente como El Señor Presidente”.

Con Ortega y Gasset comprendí que una salpicadura
del pensamiento moderno es no entender las sociedades
ni la dimensión exacta de los pueblos,
y por ello se sigue dando La Rebelión de las Masas”.

De Pepe Hernández Cobos percibí,
que hay horas de luz, tormenta y heroísmo
y que cuando los quetzales se salen de las sedas
de las banderas, es para picotearon furiosos
los ojos de los que hieren a su pueblo.

Comprendí que Guatemala tiene líneas callosas
en sus manos, con una geografía de hambruna
y  desolación, cuando entendí la pluma de Cardoza;
con Guzmán Böckler y Herbert
capté las  raíces históricas de
Guatemala con su aculturación y su ignorancia.
En el libro de Arévalo Despacho Presidencial
encontré lo que siempre supe,
página 297,  Flaminio mi padre, fue todo un luchador
un revolucionario dentro del estudiantado
un devoto de octubre y su  Revolución.

Aprendí que los criollos tienen Patria con Severo
me arrebaté no con 20 sino con 1,000 sonetos de amor con Neruda
y desde entonces canto canciones desesperadas;
sigo ansiando y soñando la Patria de Aguilera
me pasmó la Guerra de Guerrillas de Guevara
la Guerra Popular de Nguyen Giap
su valor guerrillero en Diem Bien Phu
sus heroicas victorias derrotando tres imperios;
del legendario Cesar Montes entendí y asimilé
que la guerrilla fue un camino urgente
jamás ni nunca una opción de aventura.
Lo único que lamento, es que la Biblia
no encontró acomodo en mis almohadas
probablemente si las hubiera habitado
quizá yo fuera un mejor hombre.

Camilo Torres Restrepo me enseñó
que en donde hay cristianismo hay revolución;
no me asombró la intrepidez y valor de Luis Turcios
conocía la solidaridad de género de Marta Aurora;
el sacrificio de Rogelia y  Molina Loza
y la desaparición de Thelma Grazioso su  esposa;
el asesinato de Didier y Sonia Martell me abatió
las balas de ignominia de Juan y de Mariano
los proyectiles asesinos del chino Palma
el alambre espigado del mono Ponce
la muerte con tanquetas de Mireya
y la de Horacio quién  cayó
con su AK 47  junto a ella.

Los asesinatos de Julio Camey, de Fito,
de Meme y Alberto Fuentes me golpearon
me espantaron y sacudieron muy adentro
porque Guatemala pareció quedarse huérfana,
solitaria y sin dulzor  de amaneceres
ni color en sus narcisos de septiembre
como aún sobrevive amargamente
en la tempestad de una patria sin destino.

Escribí infinidad de poesía
de mensaje, de impugnación y rebeldía;
un género literario refugiado en mi cueva
lo exploré, garabatee  y le atiné
ese romanticismo erótico y mundano
lo llevo a flor de piel,  a salto de mata,
es mi expresión profana
representa la sustancia en el tuétano de mis huesos
y mi cabeza dibuja versos ciertos
y mi pluma impregna mis grafemas
de ardor, pasión y mil delirios
de concupiscencia y libido
de exaltación y frenesí
de arrebato y paroxismo.

Tuve ensueños con los Iracundos
y esos sueños jamás desaposentan
esa morriña de vida, “los pueblos vivían en paz
. . .  qué utopía, qué alucinación.
Me marcaron las vivencias de opresión  
y con las constantes saudades de Libertad
se acrecentó la angustia y el infortunio.

Algunos fuimos arrojados
decididos y amotinados
algo forjadores de ficciones,
tremendamente idealistas
y  nos involucramos
desde los pupitres universitarios
a esa larga y necesaria guerra;
en esos 36 años de insurrección social
un conflicto de tiempos y destiempos
de abandono y rebelión,
en el cual tuvimos que llorar
a nuestros camaradas caídos
a esos que lo hicieron
porque creyeron que era lo mejor;
abandonaron las aulas
y subieron a las sierras
a las colinas y valles
a los cerros y montañas
y fue doloroso
cuando les llevamos a enterrar
a esos indómitos guerreros
que en el fragor de batallas
ofrendaron su vida
pensando en un país con pan,
con alfabeto, con cultura
con  alboradas de justicia,
en una patria distinta
no en este feudo de terror.

Mas muchos de ellos fueron desvanecidos
fueron desaparecidos, se difuminaron
arrojados a ríos, mares y océanos
a cráteres de volcanes
al Motagua y sus corrientes.

A ellos no los pudimos llorar
pero murieron jubilosos
y por ello les aplaudimos,
fueron como el romano Espartaco
una constante  ofrenda de lucha;
en una estancia de esperanza
con equilibrada conciencia
y vitalidad combatiente.

Ah . . . cómo duele y lastima
ofende y lacera remembrar
a mis panas, a mis cuates
a los paisas mis compinches.

Esos que tomaron el fusil
y en la Sierra de las Minas
un grito de estruendo se oyó
fuerte, sonoro y abierto
reclamando Libertad
y un canto de humanidad.

Mi vida fue azarosa
existí, lloré, reí,
me amotiné
me sublevé
quise con euforia y pasión
no amé . . . lastimé
sufrí y resistí mis tormentas,
pero nunca transigí
jamás yo me doblegue.

Experimenté amenazas,
severas y crueles
golpiza  por la judicial
y lo insólito . . . por mera equivocación
fui rehén de mis propios compañeros
y esa vez ante  la muerte  temblé.

Ufano y exacerbado puedo afirmar
que siempre he estado allí,
donde las circunstancias álgidas
han requerido y exigen
mi presencia, tal vez no con valor
pero si una constante
decisión de insubordinar
y sublevar mi voz.

Tuve mis cantos de madrugada
y en ocasiones
pasiones ciertas me despertó;
calaron duro
pegaron fuerte
fueron macizos
horadaron profundo
en mi esencia de hombre
y mi pluma ardiente
en mucho numen se inspiró
más muy ligero se evaporó.

Mas hoy mis  versos
son acertados
pues son de historia
y la rapsodia de mi vivir,
aposentando mi corazón
ya no hay temores comodidades,
jamás rehuyo por cobardía
siempre hago frente a la realidad
. . .  nunca reniego de mi verdad.

Yo soy un hombre del siglo XX
un inquilino moroso
lleno de débitos morales
con apotegmas de incertidumbre
arrendatario de este espacio sideral
que nos hizo vivir esa lacerante,
nuestra cruel e infamante realidad
ese rumbo incierto de irrealidad
la no vida de los miserables
el temor de la metralla
ese trepidante calvario
que en muchos se tornó
o en una corona de espinas,
en cadena intensa de vía crucis
o en una decidida semilla
donde broten senderos luminosos
caminos de decidida concordia
callejones encendidos de humanismo
ubicado en las grandes avenidas de Allende
ansioso de ser un hombre renacido
con mi verbo amigo y mis cantos ciertos,
con torbellinos de exactitud
y certeza en mis palabras.


Flaminio Bonilla Valdizón.    

Guatemala, 13 de noviembre del año 2002.