ACECHOS DE SOLEDAD FRAGMENTADA
Cuando se ausenta el pensar
de nuestro ímpetu y la mente
se empaña y es receloso
el papel y el raciocinio
del poema y su metáfora
que creo algo enarbolar
y la charla del poeta
conjeturo
que su aurora
he tratado dominar,
más de súbito me fundo
se escamotean las letras
la creación se
torna hosca
con un seco
entendimiento;
este intrépido
escribiente
aquel que casi de niño
garabateaba
sus coplas,
siente muy muy adentro
que lo invade y atosiga
temeraria y burdamente
la soledad fragmentada
un vocablo inacabado
con un encierro inconcluso
y una nostalgia truncada
que lo muda belicoso
con un valor desolado
y decide no escribir.
Pareciera que a la vida
se le restan las palabras
y se apagan por momentos
los destellos creativos
del poeta y su equipaje
de la trova y consonancia
y su bagaje de errante.
El ingenio y la agudeza
de conjugar los vocablos
la retórica y facundia
se tornan de cuando en vez
en desechos temerosos,
y el temor mi camarada
de esas cuitas compartir.
El lirio desaposenta
el alma de aquel juglar
se enturbia mi sensatez
mi clavel
se torna mustio;
la rosa inimaginable
pierde color y euforia;
el nardo y su aroma indócil
parece me abandonó,
y de él sólo me dejó
su indómito narcotismo
sin audacia y rebeldía,
y un quetzal arrebatado
en su bosque nebuloso
se aferra más a su rama
y se niega el vuelo alzar.
La soledad es viento sin aura
es semana sin domingos
es aquel reposo breve
un asueto muy lacónico
en el numen de escritor
y nos sirve de censura
por dislates sin mesura
que algún verso permitió
cuando con parca osadía
alguna burda tinta estampamos
en prosas
que jamás ni nunca
nuestra firmas puñeteras
y nuestro garbo creador
les debimos laminar.
Mas ello no me preocupa
porque
por dichas estancias
ya en otras ocasiones
esta vida me llevo
y con aplomo y asombro
optimismo y reverencia
pronto me deshabitó;
renazco
con otro brío
con el ánimo ardoroso
pues
mí pluma centelleante
nueva tintura adoptó,
y al nomás verme al espejo
establezco
soy el mismo
. . . sólo algunas canas más.
Cuando olvido el alfabeto
estas confundidas aflicciones
no son zozobra constante
ni congoja ni quebranto
y por ello no me aterran,
simple y sencillamente
son resaca
de la letra
son acechos de la vida
bajamar del escritor
aunque con cierta aspereza
a
veces causen pavor.
Flaminio
Bonilla Valdizón.
Guatemala,
septiembre de 2013.